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El valor del feedback para que un equipo crezca

Recuerdo la primera vez que escuché la palabra feedback. Me contaron que se traducía como retroalimentación y me sentí como un marciano. No entendí nada. Con el paso del tiempo he reconocido al feedback como una herramienta fundamental para el crecimiento profesional y para que un equipo se haga mucho más fuerte, más solvente y más eficiente.

También recuerdo cómo leí a Javier Cañada por primera vez hablando de la honestidad como una palanca para hablar de diseño. Recuerdo que me marcó profundamente. Supongo que, junto a mi educación católica en un colegio de curas, todo lo que tiene que ver con ciertos preceptos que venían en el catecismo, encuentran un fácil acomodo en mi entendimiento.

El paso del tiempo, y no me sucede a mí sino que le pasa a todo el mundo, nos enseña que los aconteceres de la vida suelen mostrarse sin introducción, sin un airbag que proteja de los golpes, y crudos como un filete ensangrentado. Esto aplica también en la construcción de los equipos: planes que no funcionan, gente que falla, estrategias mal diseñadas, errores propios, malas decisiones, etc. Las cosas no son sencillas y en general hay momentos duros que conviene transitar de la mejor forma posible.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el feedback? En realidad con lo que he escrito hasta ahora he ido camuflado dos conceptos que están directamente relacionados con el feedback: debe ser honesto y debe ser duro. Es así como mejor funciona. Y es así como contribuye a que las personas y los equipos en un entorno profesional aprendan, crezcan y contribuyan al bien común del equipo o la organización en la que se inscriben.

Si el feedback es honesto, además de ser válido, es una buena muestra de la excelente salud del equipo. Y eso es siempre una excelente noticia, no solamente por lo que tiene que ver con el feedback, sino también por todo lo relacionado con la confianza, la estabilidad, el buen ambiente y las referencias en positivo que existen en el equipo de trabajo.

Si el feedback es duro, estaremos asegurando de que no nos dejamos nada olvidado. Estaremos garantizando que todos los elementos que tienen que ponerse sobre la mesa de autocrítica están presentes, hecho que permitirá poner solución, mejorar y establecer criterios para que las debilidades se conviertan en futuras fortalezas.

Además de todo lo dicho, cuando el feedback es honesto y además es duro, se genera un pegamento, una cohesión, una suerte de homogenización en el equipo que permite que la pluralidad diversa de los elementos que lo componen genere un resultado, a través de un proceso, que siempre tenga valor positivo.

Hay un elemento adicional que tenemos que incorporar en esta dupla: cuando hablamos de feedback hemos de hablar de compromiso. Tanto las personas que dan feedback como a las personas que reciben el feedback deben comprometerse tanto para entregarlo de la mejor forma posible como para recibirlo y articular un plan de mejora que asegure su eficiencia.

Y todo esto aplica a todas las personas del equipo o de la organización, sin excepción. Todo lo que no sea así será hacernos trampas al solitario, me temo. Esto que digo puede sonar muy categórico, pero es simplemente el resultado de mi experiencia.

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